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miércoles, 20 de mayo de 2015

guion casa tomada

Ejercicio Casa Trasladada          

     (Una bóveda, con dos bases para futuros féretros, en una de ellas Irene sentada, teje una mortaja. La otra está vacía, un pequeño ángulo a la izquierda,  cubierto con una cortina hace las veces de baño y cocina, se ve debajo de la cortina un balde y algunos artículos de limpieza. De una puerta central que da al fondo, sale Mauricio, plumero en mano, pálido y visiblemente agitado)

MAURICIO: Desapareció la parte de atrás.

IRENE: (deja caer el tejido) ¿Es una broma? Ya pasaron 30 años Mauricio. ¿qué querés decir ahora con que desapareció?

MAURICIO: No sé, no lo puedo explicar, pero ayer dejé sin limpiar a los abuelos. Ahora fuí y  no hay nada.
IRENE: Còmo que no hay nada? qué significa que no hay nada?
MAURICIO: Nada. Todo oscuro. Vacío. La nada Irene!
IRENE: La nada no existe. ¿Se cayó el techo?
MAURICIO: No hay techo, no hay nada. Casi no podía respirar. 
IRENE: (retoma el tejido extrañada) Qué raro...la nada... ¿un agujero en el piso?
MAURICIO: (arrastra casi los pies hasta la base de la tumba en la que no está Irene y se deja caer de culo) Ni piso, ni agujero. Nada, oscuro, sin aire. Hasta experimenté eso que yo creía un oxímoron: "un silencio ensordecedor". Casi enloquezco. Quise golpear el plumero contra algo, un cajón, una pared, para hacer un ruido y romperlo; pero tampoco hay pared. Nada.
IRENE: ¿Será eso lo que llaman un agujero negro? ¿El Aleph que contó Borges?
MAURICIO: El Aleph de Borges estaba lleno de cosas. Esto es como un vórtice. No sentí que quisiera tragarme. Por ahí no me quiere.
IRENE: ¿Quién puede no quererte a vos? ¡Si sos adorable!
MAURICIO: No quién, qué...
IRENE: Debes haber enloquecido Mauricio. Por eso el silencio ensordecedor. Esas cosas no existen. No te vas a poner religioso ahora.
MAURICIO: Religioso, cósmico, no sé. La cuestión es que algo se tragó todo el resto de la bóveda y todos los restos de nuestros antepasados. Ahora sí que estamos solos.
IRENE: Casi no me acuerdo cuándo fue que no estuvimos solos. No puede ser muy diferente de todo lo que vivimos.
MAURICIO: Antes teníamos algo a lo que rendirle un culto... algo. Algo que defender...en cambio ahora...
IRENE: No tenemos nada más que perder.
MAURICIO: Ni dónde caernos muertos. Ya ni bóveda va quedando.
IRENE: Será nuestro destino, no existir ni tener un  lugar dónde morir... ¿No querés hacerte unos mates?
Mauricio como un autómata, apoya sus manos en las rodillas para tomar impulso, da dos pasos hacia la cortina y se detiene en seco. Irene interpreta nuevamente ese movimiento de su hermano, deja caer la mortaja y las agujas al suelo. Recorre en dos pasos la distancia que queda hasta él, se detiene apoyando sus manos en la espalda de su hermano y mira por encima de sus hombros hacia la cortina, que es "chupada" por algo. Mauricio gira, la toma de las manos y ambos se miran a los ojos, asustados. Luego salen corriendo hacia una puerta imaginaria que está en la 4ta pared, bajan y escapan por el pasillo central que divide al público. 

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Ejercicio adaptación  Casa Tomada

Hermano entra a la habitación con bandeja que lleva pavita pequeña, mate y juego de yerbera/azucarera de cuero con cucharita. Mira a Irene que teje un chaleco de lana de colores combinados, desvía la mirada y sin apartar los ojos de la bandeja que deposita sobre la mesa dice como quien habla del clima.

Hermano Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.

              Irene lo mira atónita y deja caer las agujas en la canasta de donde salen las hebras de lana.

Irene ¿Estás seguro?

Hermano (asiente sin mirarla, comienza a cebar el mate y agrega) Si, escuché una silla que se cayó. Un ruido sordo hizo, así que seguramente la estaban llevando de un lado a otro y se les fue de las manos en el salón sobre lobre los gobelinos. Enseguida después se oyeron unos susurros que llegaron del fondo de alguna de las tres piezas, por suerte la llave estaba de este lado de la puerta de roble. Puse también por las dudas el cerrojo.

          Irene levanta las agujas y sigue con su tejido, disimulando su inquietud.

Irene Bueno, tendremos que vivir de este lado entonces. Lástima las carpetas de macramé de los pianos que mamá tejió durante tantos años.

Hermano (Sigue con los ojos las manos de Irene mientras toma un mate) Nos sacaron un problema de encima, por más plumero que les pasaras, con toda la tierra que entra entre carreta y carreta que va por Rodriguez Peña, el polvo flota en el aire y vuelve a los rombos calados. Lindo diseño pero un incordio para limpiar.

Irene (Sin levantar la vista del tejido) Nos va a sobrar el tiempo ahora que no vamos a tener que limpiar la parte más grande de la casa...

Hermano Me podés ayudar con la comida...(se encoje de hombros, ceba un mate y se lo alcanza a su hermana) ya vamos a encontrar algo en qué entretenernos.

Irene (Recibe el mate y se lamenta antes de tomarlo) Lástima que la biblioteca también está de aquel lado, no creo que quede nada por aquí para leer.

Hermano (ceba otro mate, niega con la cabeza antes de tomarlo y agrega) Nada nuevo desde que no entran libros de afuera por la guerra. Creo que en mi cuarto tengo la colección de estampillas de papá para divertirme.

Irene (responde con risita curiosa sin levantar la vista del tejido) Suerte que el baño y la cocina están de este lado de la puerta de roble, si el baño quedaba del otro lado sí que teníamos un problema.

Hermano (ceba otro mate para su hermana con sonrisa melancólica) Pensar que María Esther quería añadir otro baño para los chicos que pensábamos tener. Ella que quería casarse para entrar en esta casa y yo que veía en la boda la oportunidad para irme de acá. Lástima pobrecita que se la llevó la tuberculosis.

Irene (también añora) Una enfermedad tan romántica.... Yo nunca me hubiera podido enfermar de eso. No fuí hecha para el noviazgo. Si no tejía seguro que terminaba en un convento (devuelve el mate y antes de retomar el tejido revisa el canasto) Se me está terminando la lana celeste...          

Hermano Pasado mañana es sábado, tendría que ir al centro como siempre. Si no tenés miedo de quedarte sola te traigo...

Irene (Se inquieta nuevamente y trata de restarle importancia) No te molestes... Igual no me gusta cómo está saliendo este chaleco. Lo destejo y cambio el celeste por azul, que tengo mucha lana azul todavía...





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