Me crié en la cultura del reciclaje: se llamaba arreglar.
Se arreglaba la ropa para los que venían después, se arreglaban los zapatos que se rompían, la heladera se compraba para toda la vida y cada tanto se le mandaba a rebobinar el motor o se le daba gas y así.
Eso era ecología de consumo.
Este reciclaje que propone la cultura de mercado y del consumo, con una producción basada en el ejercicio de fabricar productos con "obsolescencia programada" para usar, tirar y reemplazar por nuevos es altamente tóxico, suena más a lavado de culpas que a reciclado.
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