Si algo comprueba que el todo es más que la suma de las partes es el vínculo con la comida. A quienes nos gusta comer y cocinar, sabemos que no resulta igual un plato cuyos ingredientes fueron procesados a mano que si fueron procesados con un aparato electrónico.
La energía que se incorpora no es la misma.
En la cultura del vino se le da el nombre de terroir al concepto que abarca desde la tierra y el clima, pasando por la cultura de las manos que siembran, cosechan y elaboran hasta que el vino llega a la copa.
Algo que en plan religioso podríamos llamar espíritu y en plan científico energía fisicoquímica. Abocados a la producción en serie por priorizar la ley de mercado, el beneficio y la ganancia, siento que dejamos de lado lo que nos hace únicos como especie.
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