Todas las madres que aprendimos a criar leyendo la necesidad, el miedo y el alivio en la mirada de nuestros hijos sabemos que ninguna felicidad se equipara a la que nos produce la alegría en esos ojos. Mejor que eso es descubrir el punto en que son capaces de lograr esa alegría cuando alcanzan sus propias inquietudes por sus propios medios.
Creo que es ante esa mirada que entendemos la evolución e integración del universo
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